Isabel Prinz: Gaviota en Madrid, Fundación Aisge, Madrid, 2022, 170 págs.
Prinz es una gran dama de la escena, la elegancia personificada, y en este libro ha sabido transmitir esta sensibilidad y ese buen gusto natural a la narración de su vida ante los públicos.
La vida de cualquier intérprete es distinta y original por su misma naturaleza, pero no siempre el actor o actriz que se dispone a contarla acierta con el tono del relato y con la selección del material. Cuando te enfrentas a mil recuerdos es complicado discernir cuáles son meramente queridos para ti y cuáles pueden ser de interés para los demás. Isabel, empero, ha sabido muy bien teatralizar su vida —dicho esto en el mejor de los sentidos—, marcar los puntos de giro de su carrera, despertar nuestro interés con sus peripecias artísticas y, en suma, emocionarnos con lo que la ha emocionado a ella a lo largo de los años.
Como el título indica, ella se define como una gaviota que vino de tierras lejanas, que nos trajo una manera peculiar de ser, que se arriesgó a cruzar los mares para realizar un sueño. Con este tono suavemente poético y teñido de puntos de exotismo y misterio, la autora nos relata lo más destacado de su vida y de su trayectoria artística, nos habla de los lugares que ha visitado y de las profesiones que ha desempeñado, de los compañeros que ha conocido y, sobre todo, de las experiencias que ha vivido durante una existencia dedicada a este oficio maravilloso de la interpretación, que consiste en mentir de la manera más bella posible para hacerles la vida más agradable a los demás.
El libro rebosa de confesiones sinceras y de muestras espontáneas de afecto por sus compañeros, de curiosidades y anécdotas de la profesión, más que suficiente todo para deleitar no solo al lector amante del teatro, sino todo aquel al que le interese lo que sucede en la mente y el corazón del ser humano.
Cientos de personajes conocidos aparecen en estas páginas y para todos ellos tiene la autora un elogio o una palabra amable. Docenas de montajes se mencionan y comentan, así como entornos artísticos del teatro, del cine y la televisión. Afortunadamente, todo esto ha quedado por escrito; porque son vivencias que no deben perderse y que muchos querrán compartir.
La autobiografía es un difícil género, con muchos riesgos: el riesgo de elogiarse en exceso, el de caer en la trampa de la falsa modestia, el de detenerse en lo inane y no mantener el interés, el de la monotonía. Isabel ha sabido soslayarlos todos y nos ha dado un libro magnífico y, por encima de todo, cercano. Quien no conozca a Isabel quedará prendado de su simpatía; quién de antes la conozca y lea su obra la querrá aún más. Ese es el resultado indefectible de ser una mujer de verdad y hablar con verdad.