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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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Los filósofos de nuestros pecados

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La filosofía es nociva para la salud. Creo que esto es algo indiscutible. Sólo los pueblos sin filosofía son decentes.

Es cierto que veneramos a los pensadores y pronunciamos con respeto las combinaciones de letras que forman las palabras «Tomás de Aquino» o «Hegel». Pero el tomismo sirvió de base filosófica a unas cuantas hogueras inquisitoriales. El nazismo se fundamentó en el idealismo germano, sin que quede claro entre Kant, Fichte y Hegel quién tenía más culpa. La teoría económica de Marx llevó a algunas purga estalinistas y a algún que otro gulag. Y es gracias al liberalismo democrático inspirado en Locke por lo que los bancos consiguen explotarnos y por lo que se tiran tantos plátanos al mar para subir los precios en un mundo con millones de hambrientos.

Luego tenemos la imprecisión del asunto. ¿Qué abarca la filosofía? No es la ciencia —lo demostrable— ni la fe —lo tontamente creído—, sino un terreno ambiguo entre ambas que sólo puede mantenerse por la magia de la confusión. Es bien sabido que, así como existe un juramento hipocrático para los médicos, hay uno pitagórico para los filósofos, que se comprometen a escribir con tal oscuridad y dificultad que sólo ellos se entienden (a veces). Porque si los legos supiéramos de verdad lo que dicen, les correríamos a gorrazos por hacernos perder un tiempo precioso en cosas obvias.

Por otra parte, los intentos de la filosofía de aunar ciencia y religión son un penoso fracaso. Sus conclusiones son del estilo de «velocidad es el espacio partido por el tiempo y eso es verdad y, por lo tanto, virtuoso». Estas amalgamas no funcionan en la vida real.

Los filósofos no son tampoco mucho mejores que los demás mortales, aparte de que se lavan menos. Platón hizo quemar los libros de Demócrito porque no le gustaban. Aristóteles afirmó que las mujeres tenían menos dientes que los hombres y todo así.

Por ende mi propuesta es acabar con la filosofía mediante el procedimiento de eliminar a todos los filósofos de la faz de la tierra, por inútiles y contraproducentes.

¡Ah! ¿Que ya no salen nuevos filósofos desde hace mucho tiempo?

¡Haberlo dicho antes, hombre! Me habría ahorrado este escrito.

Pero como quedan los filósofos del pasado, no hay más remedio que revelar algunas de sus intimidades vergonzosas, para dejar de reverenciarles estúpidamente.

Los presocráticos eran tan listos, que no dejaron nada escrito para evitar que nadie les pudiese demandar.

Protágoras dijo que los dioses no existían, pero que, aun así, debían ser adorados.

Sócrates murió tontamente: le cayó en la cabeza una tortuga que un pájaro llevaba entre sus garras. (¡Ay, no, que ése era Esquilo! ¡Me he confundido! ¡Estoy yo bueno! Borren eso de Sócrates; hagan como si no lo hubieran leído.)

Nos dejamos llevar por las palabras: Y así, como el platino es más valioso que la plata, todos pensamos que Plotinoera más profundo que Platón.

Aristóteles enunció el principio de no contradicción, que dice que A = A y todo el mundo le aplaudió enfervorizadamente. Este postulado se simplifica en el siguiente enunciado: «Los tontos siempre son tontos».

IbnRuschd dijo lo mismo que Aristóteles, pero como era árabe todos pensaron que era de los malos y no le hicieron ningún caso.

Maimónides, en cambio, no dijo nada, pero la comunidad judía le ensalzó hasta lograrle un puesto destacado en los libros.

Tomás de Aquino se dedicó intensamente a la actividad de la mente, pero tuvieron que serrarle en semicírculo el extremo de su mesa de trabajo, para que le entrara el estómago y pudiera llegar hasta el papel (rigurosamente histórico).

Descartes creyó toda su vida que el razonamiento cartesiano en que basó su filosofía no lo había pensado él, sino que le llegó por inspiración de Nuestra Señora de Loreto, a donde peregrinó descalzo, después de escribir su Discurso del método, para darle las gracias. Además, para él, si no había Dios no había geometría. Y como la geometría le divertía, llegó a la conclusión de que Dios existía.

Hume fue empirista, pero votaba al partido tory.

El optimista de Leibnizse hizo famoso porque fue el único profesor de matemáticas de la historia que no tenía cara de asco y rostro avinagrado.

Hobbes estaba convencido de que el gobierno de la tierra no tenía un origen divino; sin embargo, fue un conservador extremo, partidario de la monarquía por la gracia de Dios.

Hegel afirmó que la verdadera libertad consistía en la obediencia a una autoridad.

Schopenhauer amaba a los perros y, sólo por eso, ya muchos le queremos. Es como cuando una tonadillera, para ganar público, se casa con un torero.

Hace unos años en Madrid no había parquímetros y ahora sí los hay. Si esto es el evolucionismo, yo rompo las amistades con Darwin.

Heidegger es el filósofo más profundo que existe, porque no hay quien le entienda.

¿Y estos señores han asentado las bases intelectuales de nuestra civilización occidental? ¡Ahora comprendo lo que no comprendía!

 

 


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