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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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Problematistas y solucionantes

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                  Desde tiempo inmemorial los hombres se han dedicado a dividir a la humanidad en grupos, en un insano intento de clasificación, por ese prurito aristotélico de tener todo metido en un casillero, encaje o no. Estas clasificaciones han sido siempre nefastas y sólo han producido sangre y lágrimas (y sudor también, no crean que el sudor se me olvida).
                 
La división de los hombres en razas ha hecho que los hombres se atizasen. Otras divisiones (en gentes de distintas religiones, en patronos y obreros, en guelfos y gibelinos, etc.) no ha sido menos contusionantes.
                 
Sin embargo, los majaderos no dejan de inventarse nuevas fórmulas de división (con el factor Rh de la sangre, por ejemplo).
                 
Ha habido teorías filosóficas sanas que han enunciado que todos los hombres son iguales o, lo que es mejor, que todos los hombres son lo mismo (panteísmo). Sin embargo, sigue dándose el caso que gentes de la misma raza, de la misma cultura, del mismo lugar y de las mismas aficiones y gustos se siguen dando de sopapos (los hinchas del Sevilla CF. y del Betis Balompié, por poner un ejemplo. Todos tienen en común la raza —caucásica—, el lugar —Sevilla—, la afición —el fútbol— y la cultura —dudosa— y, pese a ello, se tiran unos a otros cohetes incendiarios con toda naturalidad).
                 
Ya que la unión es imposible, yo enunciaré mi división particular.
                 
Los hombres no se dividen en blancos y negros, en ricos y pobres, o en nobles y plebeyos. Existen dos únicas clases de personas: los que crean problemas y los que los resuelven. Esto es una verdad como una pagoda que enuncio aquí como una nueva teoría antropológica, ni más ni menos.
                 
Todos conocemos a los problematistas y a los solucionantes. Los creadores de problemas son esas personas que siempre están causando inconvenientes al prójimo. Lo hacen deliberada o indeliberadamente, pero lo hacen. La noción que trasciende a sus actos parece ser su excesiva importancia en este mundo (la importancia que ellos se dan). Puede haber cincuenta personas esperándoles para ir juntas de excursión, pero el problematista habrá olvidado su crema para las manos, se retrasará y hará esperar a los cincuenta, porque sus manos son más importantes que el tiempo de todos los demás. Son gente que pide pequeños y no tan pequeños favores continuamente y que parece creer que tiene un sacrosanto derecho a que se los hagan. En lugar de adaptarse a las circunstancias consiguen siempre que las circunstancias se adapten a ellos. Olvidan sus obligaciones y están siempre pidiendo ayuda a los compañeros de trabajo. En general, consiguen que los demás les resuelvan gran parte de sus tareas en esta vida. Podría describirlos más en detalle, pero ya saben a qué tipo de personas me refiero.
                 
Y luego están los otros, los que impelidos por unos sentimientos inabandonables de orden (y de justicia) se pasan la vida arreglándole los asuntos a los demás. Son los que, ante una situación complicada, piensan, hacen llamadas telefónicas útiles y, en general, resuelven los conflictos. No hay que pedírselo: ellos lo hacen motu proprio por un afán irresistible de hacer que las cosas (suyas o ajenas) vayan bien. Son los que hacen las gestiones, los que salvan a los niños en los incendios, los que hacen las substituciones imprescindibles, los que se ofrecen a prestar lo que de repente hace falta y ellos tienen, los que se molestan en reservar los hoteles para las excursiones y mantener informados de todo a los excursionistas, los que antes de regalarte algo piensan quién y cómo eres, los que inventan electrodomésticos o cosas para mejorar la vida de sus semejantes.
                 
Yo amo a estas personas. Y quiero entonar un cántico a aquellos de mis semejantes que hacen por mejorar su entorno y la vida de los que les rodean. Desgraciadamente no suelen dedicarse a la política, que es donde deberían estar, y nuestros políticos (todos lo saben) se caracterizan precisamente por crear problemas y no por resolverlos.
                 
Quiero que desde ahora analicéis el comportamiento de vuestros semejantes, no importa lo queridos que os sean, desde este punto de vista. Que os fijéis en si pertenecen a uno u otro grupo. Si son de los que os indican con el intermitente que les podéis adelantar porque no viene ningún coche de frente y no hay peligro o, por el contrario, si pertenecen al grupo de los que hacen con el coche una pirula inesperada, ilegal y peligrosa, dándoos un buen susto. Si son de los que os prestan el libro que necesitáis o de los que pierden el libro que les prestasteis vosotros. Si os dejan colgados o si dan un paso adelante para ayudaros.


Y quiero que los identifiquéis para que les agradezcáis a los solucionantes en vuestro corazón que sean como son. Gracias a ellos y a su estirpe vivimos mejor que hace cinco mil años y muchos sufrieron torturas por querer mejorar las condiciones de vida de la humanidad.
               
En cuanto a los otros, dejad de abrirles la puerta para que pasen primero.
 


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