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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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La verdad sospechosa

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Descripción de la comedia La verdad sospechosaen redondillas, para demostrar que nosotros no somos menos que nadie y también sabemos hacer versitos cuando queremos

 

Es don Juan Ruiz de Alarcón

entre la pléyade hispana

de dramaturgos, quien gana

—en unánime opinión—

el mérito de reunir

en el teatro del tiempo

la moral y el pasatiempo,

el pensar con el reír.

En su obra hay seriedad,

buenas formas y buen gusto;

sus lances duran lo justo

y su originalidad

junta, en toda su temática,

la habilidad de la acción,

una profunda intención

y elegancia epigramática.

No es la Fortuna quien guía

en sus piezas la aventura,

pues se basa su estructura

en la ética del día.

A la exaltación barroca

contiene con seriedad:

ni falsea la verdad

ni los sucesos disloca;

mas, por el contrario, inicia

una comedia moral

en que se castiga al mal

y triunfa la justicia.

Por ser de Méjico oriundo

no gusta el autor del fasto

de la corte y su nefasto

influjo. Así, de ese mundo

se dedica a censurar

las costumbres, los oficios

y toda clase de vicios

que imperan en el lugar.

Pronto, Alarcón se transforma

en crítico de su era

y juez se le considera

de la manera y la norma.

 

La obra que aquí se comenta

de Laverdadsospechosa

es, quizá, la más hermosa

de las que entregó a la imprenta.

En cuanto a su fecha exacta,

se cree que es el año mil

seiscientos veinte, en abril,

cuando el autor la redacta.

Goza de éxito seguido

y fama en el siglo aquel;

mas la Ilustración, cruel,

puso al barroco en olvido.

La moda neoclasicista,

con criterio artificial,

de lo hispano y nacional

se erigió en antagonista.

Esta xenofilia extraña

carece aún más de sentido

si se mira lo acaecido

fuera del suelo de España,

que el tema, en el extranjero,

fue apreciado por lo humano

y lo empleó el italiano

Goldoni en Il menzognero.

Otra imitación muy fiel

—también de gloria extremada—

es la que fue titulada

Lementeur, por Pierre Corneille.

Y es fama que, al conocer

de Ruiz de Alarcón la pieza,

tanto admiró su belleza

y gracia al joven «Molière»,

que descubrió en aquel día

su sincera vocación.

haciendo su profesión

de las artes de Talía.

 

La incomprensión dieciochesca

rechazó en España aquello

que era tenido por bello

en Europa. Esta grotesca

posición de escepticismo

ante lo que afecta al arte

español no la comparte

el nuevo romanticismo

que, ante aquella circunstancia,

a la dramaturgia toda

hispana pone de moda,

valorando su importancia.

Desde entonces, esta pieza,

por su trama y sus poesías,

pasa a las antologías

como ejemplo de destreza;

y, por sus versos brillantes,

Juan Ruiz de Alarcón alterna

con los que dan fama eterna

a la lengua de Cervantes.

 

(Hasta que no lo hemos concluido, no nos hemos dado cuenta de que este poema no tiene maldita la gracia y, por ende, no hace nada aquí, metido con calzador en una página de humor. Pero, ¿qué quieren? Una vez escrito, nos da mucha lástima desperdiciarlo, así es que no lo vamos a suprimir, sino que —con el permiso de ustedes, queridos lectores— se va a quedar donde está.)


 


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