Confesiones de un insomne profesional
Plinio el Viejo (23-79 d. C.), conocido también como Gaius Plinius Secundus entre aquellos de sus contemporáneos que sabían latín, escribió una plúmbea enciclopedia (valga la redundancia): la Naturae historiarum libri [Libro de historia natural], en donde registraba unas 20.000 entradas sobre todo tipo de temas, principalmente sobre historia natural. También reseñaba más de 2.000 libros anteriores sobre historia natural asimismo. Pero no es su labor de escritor pelmazo lo que nos interesa de él.
Lo sorprendente es que, a decir de su cuñado y de muchos historiadores posteriores bien informados, Plinio tuvo un secreto para conseguir llevar a cabo tan magna obra, un secreto al parecer sencillo: se había acostumbrado desde joven a dormir un máximo de tres horas cada noche, lo cual le proporcionaba mucho tiempo de silencio y tranquilidad para llevar a cabo su labor literaria.
¡Así cualquiera!
Comparado con él. yo tengo la ventaja de no llamarme Plinio, pero la desventaja de que también duermo sólo tres horas cada noche... ¡pero no me acostumbro! Y tengo siempre un mal cuerpo que no es de extrañar que esté siempre de mala uva y en este blog me meta con la especie humana y con los toreros.
(Inciso explicativo: Porque, a mi modo de ver, los toreros no pertenecen a la especie humana. En todo caso yo los aceptaría como especia humana, esto es: los dejaría secar, los trituraría, molería y emplearía luego como condimento, junto con la pimienta o el comino.)
Volviendo a lo de antes, yo duermo poco y mal. Una vez despierto no concilio el sueño. Bien es verdad que yo he sido siempre poco amigo de concilios, como mis queridos lectores no ignoran.
Acaecido el acto involuntario del despertar de madrugada, me siento tan chof que no puedo trabajar en algo útil y pongo mis neuronas (de las que por el día me suelo sentir tan orgulloso) al alcance de la Teletienda.
¿Qué hacer? Los libros que me gusta leer de día, no son especialmente llamativos a las cuatro y cuarto de la madrugada. Intento consolarme pensando que hay personas pobres que no tienen una cama donde dormir, pero el pensamiento no me consuela en absoluto, pues tengo la certeza que las personas que duermen bajo un puente, están bajo un puente, pero duermen.
Tampoco puedo llamar a mis amigos en China, que estarían despiertos a esa hora, porque no tengo amigos en China. (Bueno, tenía, pero acabamos regañando.)
El blog no resulta solución, porque a esa hora mi conexión deja mucho que desear. Tampoco me gusta dar paseos, porque los paseos, señores míos, se caracterizan porque sueles acabar en el mismo lugar del que saliste, lo cual me parece una pérdida de tiempo. Yo yo seré insomne, pero no majadero.
Les ruego que me ayuden con sus sugerencias de cómo matar a Cronos a las cuatro de la mañana.