Eso me crea un problema, porque no tengo amigos, ni familia ni a dónde ir. De hecho, cuando me han obligado a salir de prisión los fines de semana (con esto del régimen abierto.) me he tenido que pagar una pensión.
Seamos sinceros: las ventajas de la cárcel son mil. Aquí dentro no hay hambrientos, ni desarrapados. Nadie pide limosna. Todos tenemos papeles. No hay huelgas. No nos afecta el precio del dinero ni el Euribor, sea eso lo que sea.
Claro que podría aumentar mi condena cargándome a algún compañero, ¡pero es que la gente de aquí dentro me cae tan simpática!
Mi plan, por tanto, consiste en delinquir para que me vuelvan a encerrar y poder seguir viviendo del contribuyente. Mataré dos pájaros de un tiro haciendo cosas que me diviertan. Las enumeraré:
—Abriré un blog humorístico y lo llenaré de tonterías.
—Alquilaré un helicóptero y dejaré caer cientos de balones de fútbol en medio de una corrida de toros, a ver qué cara pone la gente.
—Iré a un reality show de la «tele» a quejarme de que mi madre no me deja ponerme minifaldas cortas.
—Tiraré piedras a los guardias municipales (que me caen muy gordos.), procurando, eso sí, que sea un día de partido, de esos en que puedes tirar vallas y romper marquesinas impunemente.
—Me dedicaré a insultar groseramente a todos los próceres de la nación, prohombres, estadistas y gente de igual calaña con los epítetos más ofensivos que encuentre (me he provisto, para esta actividad, con un ejemplar del Diccionario secreto de Cela.).
—Me burlaré de todas las religiones y me fotografiaré con todo tipo de cosas en la cabeza.
—Me iré a Tarifa o a Tenerife a dar puntapiés a todo el que tenga la piel un poco más oscura de lo habitual. (Los que hayan ido a la playa o a esquiar recientemente ya lo saben: no aparezcan por allí, no les vaya a confundir.)
—Le robaré el manuscrito a algún autor desconocido e intentaré publicarlo con mi nombre. Si me descubren, diré que se trató de un «error informático».
—Haré algo, cualquier cosa, y luego me manifestaré con contra de los que hagan lo mismo que yo hice.
(Lo que me asusta es pensar
que, a lo mejor, todas esas cosas no sean delito y luego no me vayan a dejar
entrar.)