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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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El rey David

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Si tratamos de ese pueblo

elegido por Jehová

que desde hace tres milenos

ha dado mucho que hablar,

hay que citar a David,

que fue un monarca ejemplar,

espejo de gobernantes,

símbolo de la unidad

de veinte mil mangurrinos,

pastor espiritual

de aquel montón de judíos

que protagonizan la

Biblia, con sus trapicheos,

sus batallas y demás.

 

¿Qué hizo famoso a David?

Pues que se cargó a Goliat.

¿Quién era Goliat? Pues uno

muy grande y muy animal.

¿Y por qué se lo cargó?

Pues no lo sé, la verdad.

Eran cosas que pasaban

bastante en la antigüedad

y, después de tantos años,

 ¿quién se mete a averiguar

las razones y porqueses

de tal o cual criminal?

 

(Como corro serios riesgos

de que al ponerme a contar

la historia de ese señor

tenga un fallo garrafal,

me veo en la obligación

perentoria, a mi pesar,

de leer la Biblia para

enterarme de qué va.)

 

Goliat era muy forzudo,

tal y como dice la

tradición, que lo describe

como un tipo muy brutal,

más ancho que el Amazonas

y más alto que un baobab;

que, si no tenía after-shave,

se daba con aguarrás;

partía nueces con los párpados

y solía devorar

los corderos sin quitarles

los huesos, con ansia tal

que, a su lado, la ballena

que se merendó a Jonás

parecía inapetente,

con molicie estomacal

o que estaba haciendo dieta

porque no quería engordar.

En fin: era un filisteo,

que, como ustedes sabrán

de sobra, con los hebreos

se llevaban a matar.

 

El asunto es el siguiente:

era preciso expulsar

a esos señores de allí.

No obstante, el miedo cerval

lo impedía. Y los filisteos,

muy seguros de ganar

la batalla, propusieron

un combate sin igual

entre uno de cada bando.

Lo echaron a suerte y ¡zas!,

David resultó elegido

para enfrentarse a Goliat.

 

«La cosa está complicada»,

fue lo que pensó el chaval.

Mas decidió, por narices,

que habría de derrotar

a su enemigo, que era

más fiero que Fierabrás;

y como en tanto a narices

no tenía que envidiar

a las que tuvo después

Cyrano de Bergerac,

fue y se salió con la suya

de la manera en que van

a saber enseguidita,

pues se la voy a contar.

 

David marchó al campo de

batalla, armado de la

honda que siempre llevaba

cuando salía a cazar

conejos para la cena,

y, a distancia prudencial,

le dio a Goliat en la jeta

una pedrada eficaz

que lo dejó patitieso,

pues con la honda era un crack.

El gigante cayó al suelo

sin poder decir ni «¡Ay!»

y David le cortó el cuello

entre aplausos de la claque,

hecho lo cual, enseguida,

pidió, para celebrar

su hazaña, que le trajeran

una copa de coñac.

 

David reinó muchos años,

como nos cuentan los Sal-

mos, que es un libro pelma

de la Biblia que nos da

referencias eruditas

con meticulosidad.

Tuvo el hombre muchos hijos

que aquí paso a enumerar:

Adonías, Absolón,

Shefatión y Chileab,

Amnón, Salomón, Nepheg,

Eliphalet, Ithream,

Eliada, Japhia, Elishama,

Shamnua, Natán y Tamar,

Shobab, Elishua, Ibhar y

seguro que algunos más

deextranjis, que sus esposas

prefirieron ignorar

para que no se turbara

la concordia conyugal.

(Quien no se fíe de esta lista

es libre de consultar

la Enciclopedia Británica,

que es la que estos datos da.)

 

¿Qué más diré de este hombre

más judío que el maná?

Que venció a los filisteos

(como hemos contado ya),

que tomó Jerusalén,

que unió a Israel y a Judá,

que gobernó Palestina

con acierto regular,

que tuvo muchas esposas,

que fue el autor del Cantar

de los cantares (que fue

unéxito editorial)

y que tocaba en el arpa

con habilidad sin par

Gigantes y cabezudos,

Aïda y El Parsifal.


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