Quantcast
Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
Viewing all articles
Browse latest Browse all 4313

Don Juan y Doña Inés

$
0
0

 


Contamos aquí, señores,

ya que estamos en familia,

el acto tres del Tenorio:

una escena preciosísima

en la que hacen poco énfasis

los críticos y las críticas.

 

El interior de un convento

es el sitio en que se fija

la acción. Hay madre abadesa,

hay tornera y hay monjitas.

También está doña Inés

y la alcahueta de Brígida,

que ya ha sido sobornada

con helados de vainilla

por don Juan y que ha contado

a doña Inés maravillas

del galán, hasta tal punto

que le ha dejado sorbida

la razón —aunque es bien poca

la que tiene— a la novicia.

 

Detengámonos ahora

a dejar bien describida

la manera en que don Juan

arrebató a la monjita,

antes de escapar con ella

y de llevarla a su quinta,

antes de llevarla a un cuarto,

antes, pues, de desvestirla

y de hacer lo que es sensato

en situación parecida.

 

Don Juan estaba en la cárcel

pero se escapó enseguida.

Para secuestrar a Inés

se dio el hombre mucha prisa

porque la raptó a las nueve

y a las diez tenía otra cita

con doña Ana de Pantoja:

otra dama a quien tenía

a punto de caramelo,

como es cosa bien sabida.

 

En fin, llegó hasta las tapias

del convento. Eran altísimas

pero no le importó nada,

porque Tenorio tenía

una escalera de cuerda

que había comprado en Sevilla

y le daba mucho juego

en amores y rencillas.

La usaba con gran frecuencia

y nunca se le rompía.

 

Ni corto ni perezoso

trepó don Juan hacia arriba

(porque es que hacerlo hacia abajo

es cosa dificilísima)

y llegó hasta unas ventanas

con preciosas celosías

que rompió con un martillo,

dejándolas hechas trizas

y permitiendo la entrada

de una manera sencilla.

 

En la celda, mientras tanto.

la incauta de Inés leía

—despacio, porque era torpe—

una amorosa misiva

que ocultada en un breviario

don Juan mandado le había.

¡Qué de conceptos melosos!

¿Qué promesas de caricias!

La carta estaba repleta

de amores y de lascivias

y doña Inés, al leerla,

poco a poco se ponía

tan exaltada y ardiente,

tan… (No es para descrita

la transformación sutil

de índole física y química

que al leer aquella carta

se le produjo a la chica,

que el libro lo leen menores

y no es bien que en él se digan

indecencias fisiológicas

ni ninguna guarrería.)

 

El Tenorio llega al cuarto,

Inés le ve y se desmiya

(quiero decir «se desmaya»,

pero es que con ‘a’ no rima).

Don Juan la toma en sus brazos

(y también en los de Brígida,

que doña Inés es fondona

y para auparla, precisan

unir sus fuerzas los dos).

Ya izada, se precipitan

por pasillos y escaleras

en busca de la salida.

 

Pasa un rato, pasan dos,

la escena sigue solita.

Llega la madre Abadesa

(que viene de la cocina,

de una colación nocturna

consistente en manzanilla,

aceitunas sevillanas,

jamón, chorizo y morcillas

de arroz) y ve un aposento

que tiene la puerta abrida.

«¿Dónde estará doña Inés

ahora?», soliloquiza.

Le interrumpe la llegada

del padre de la novicia:

Gonzalo de Ulloa, que es

miembro de la directiva

del convento y manda mucho,

como enseguida se explica.

 

La abadesa está en un brete.

«Decid: ¿dónde está mi hija?»,

pregunta. La monja está

en callejón sin salida.

«Es una buena pregunta»

le responde. «Yo diría

que habrá de estar en su cuarto.»

«Pero no está.» «Estará… en misa.»

«¿A las nueve de la noche?»

protesta el otro. «¡Es mentira!»

 

De repente, en un rincón

—debajo de una mesilla

que tiene un marco con foto

de San Pablo y Santa Rita

cuando fueron de excursión—

ve aquella carta maldita

que sedujo a doña Inés;

la coge con sus manitas,

se la aproxima a los ojos

y la lee con sus pupilas.

«¡Maldita sea su estampa!»,

ruge el padre, y le propina

a la abadesa una torta

que se escucha desde Lima

(Virreinato del Perú),

que está recién construida,

porque el año en que sucede

esta historia tan bonita

es mil quinientos cincuenta

y cuatro. La monja grita

y allí se termina el acto,

mientras don Juan a su quinta

lleva a Inés, con el propósito

que de seguro imaginan.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 4313

Trending Articles