Diego Reche Artero y Diego Alonso Cánovas: Poemas de andar por clase, Instituto de Estudios almerienses, Almería, 3ª ed., 2020, 124 págs.
Si alguna vez por debilidad, cansancio o desesperanza he tenido la tentación de renegar de algunos de mis principios estéticos, la suerte me ha deparado la ocasión de encontrar una gran persona que me ha ayudado a refrendarlos.
Diego Alonso Cánovas y Diego Reche Artero me devolvieron la fe en el futuro del verso clásico, entendiendo por tal aquel que responde a una noción completa y coherente, que incluye rima, ritmo y medida, y que no transige con esas frases en prosa puestas en renglones diferentes para hacerlas pasar por verso.
No es que yo fuera a renegar de la poesía de siempre, pero sí me sentía poéticamente muy solo con mis sonetos, mis décimas y mis romances en medio de miles y miles de «poetas» de verso blanco, no solo ignorantes sino también despreciativos de la métrica. Aunque lo que voy a decir suene a blasfemia, el verso blanco equivale a la pintura abstracta, para la que no es necesario saber dibujar.
Por eso es doblemente valioso el arte de estos dos geniales diegos, magníficamente expuesto en este libro, consistente en una serie de sonetos y otras composiciones (cuartetos, romances, ovillejos o décimas) de perfecta factura, estilo elegante y gran ingenio. El sabor de nuestro glorioso barroco se degusta en estas composiciones, algunas de las cuales se dirían escritas por el mismo Quevedo (el que comienza «Pasaste mala noche, Gongorilla» podría confundirse perfectamente con uno de don Francisco). La profusión retórica, perfectamente dosificada, triunfa sobre esa noción moderna de poesía intimista y de gramática deficiente y limitado vocabulario. Aquí, el ingenio y el dominio de la palabra son los que priman en los versos de ambos autores, que han sabido mimetizar sus estilos personales para hacer un libro compacto y homogéneo.
Sin embargo, la obra no es una vuelta nostálgica al pasado. Incluye grandes elementos de modernidad, como el triunfo futbolístico en la Copa del Mundo. Se ha sabido amalgamar la perfección clásica con la modernidad temática y esto confiere esperanzas a un futuro en el que la poesía no sea una caricatura de sí misma.
Además, el objetivo del libro es encomiable: hacer llegar el verso a los jóvenes, intentar aficionarles a él mediante la cercanía, el humor, la cotidianeidad, las referencias actuales y aquellas vinculadas a sus estudios.
Poemas de andar por clase ha sido un éxito entre los lectores habituales y entre esos jóvenes a los que hay que acercar a la literatura por su propio bien, pues nadie, por desconocimiento, debería quedar privado de una de las fuentes de placer más honestas genuinas que han inventado los hombres.