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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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Adivina quién viene esta noche

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Aquí cuento una película

famosa de Stanley Kramer:

la que se llama Adivina

quién viene esta noche. Salen

la Hepburn, Sydney «Poatier»

y también Spencer «Tracey»

o «Treisy» o como se diga.

¡Vaya un título intrigante!

 

La tesis que el filmpretende

transmitir al respetable

es que, aunque pretendan serlo,

ya no quedan liberales;

porque cuando llega un día

la hija a casa de sus padres

a presentarles a un novio

del color del azabache,

quedan ambos boquiabiertos,

se les congela la sangre,

sienten dolor en el píloro

y frío en los genitales,

y se arrepienten de haber

educado en ideales

no racistas a su hija.

Pero ¿qué han de hacer? Ya es tarde

para arrepentirse de ello

por más que les desagrade.

 

Aún les queda una esperanza:

si el negro fuera un pillastre,

un inculto, una hez social,

pues podrían descartarle

en ese casting de yernos.

Pero el recurso no vale,

porque resulta que el negro

ha sido en siete hospitales

un médico muy famoso

y de los más importantes,

y gana todos los meses

muchos miles de «doláres».

Además, tiene cien títulos:

licenciaturas y másteres

que le acreditan de hombre

muy capaz y muy yernable.

 

Spencer Tracy se encuentra

atascado en un impasse:

por un lado el negro es O.K.,

es educado y amable,

es guapo, sus dientes son

un anuncio de «Colgate»;

además, Tracy presume

de respaldar todo avance

social y de ser muy «progre»

todos los lunes y martes.

 

Pero, por el otro lado,

sus instintos despreciables

le hacen preferir la horchata

a un tazón de chocolate

y no quiere tener nietos

parecidos a su padre,

porque una cosa es ser «progre»

y otra cosa es que se encame

tu hija con un negro de ésos

tan famosos por sus partes.

 

Va pasando la película

sin que el argumento avance.

Llegan los padres de él,

cenan, se les hace tarde,

urge decidir si dan

venia para que se casen...

Si esto fuera de verdad

Tracy le largaba un cate

al negrito y le ponía

de patitas en la calle.

Pero como es una «peli»

hecha en Hollywood (Los Ángeles)

el final feliz es un

requisito indispensable.

Así es que, al final del film,

Tracy se pone tratable

y les da su bendición.

 

Se dirán: ¿por qué lo hace?

¿Por qué cambia de opinión?

El guionista no lo sabe.

Lo hace y ya está. El film acaba

a punto del mestizaje:

la rubita está contenta,

el negrito se relame.

Serán felices y co-

merán perdices y hojaldres.

Moraleja: el alma humana

es un abismo insondable

y en entender sus misterios

Freud fue sólo un principiante.


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