NOSTROMO MAGAZINE (Mario Guerrero)
Cuando nos sirven un plato, podemos devorarlo de una sentada o buscarle los guisantes, los espárragos, las acelgas, y apartarlos o no. Esa búsqueda, ese cosquilleo a la sopa o el guiso, no es más que una observación exhausta para saber qué estamos comiendo e intentar divagar y sacar conclusiones. Filmhitos: El cine en clave de risa (Editorial Quaestio, 2021) no va de gastronomía como puede deducirse de su título.
La última obra de Enrique Gallud Jardiel (Valencia, 1958), nieto de Enrique Jardiel Poncela, por cierto, nos habla de treinta y cinco grandes películas con dosis de risa. Gallud Jardiel es un maestro del humor con más de 200 libros publicados, y este último descubre al lector la cara más divertida del cine. Este libro puede leerse se sea cinéfilo o no, porque al fin y al cabo la película que no se haya visto Gallud la desgrana de forma divertida.
El escritor valenciano introduce algunas películas en forma de verso, en lo que él llama «cinematorripios», es decir, romances octosílabos. En otras recrea situaciones inventadas paralelas a la trama de la película que están llenas de absurdo, o habla de ellas sin utilizar la letra «a». Además, inventa palabras, y algunas de ellas guardan toda la lógica. Son formas originales de presentarnos la cara más hilarante de cintas como La fuga de Alcatraz, Ciudadano Kane, El resplandor, La naranja mecánica o Bienvenido, Mr. Marshall.
La originalidad no solo recae en los contenidos, sino también en la presentación. Gallud Jardiel rasca el fondo del plato en busca del condimento, juega con los ingredientes y presenta un menú que despierta sensaciones nuevas. El humor es, con probabilidad, lo más difícil de conseguir (de forma exitosa) en el arte, y en este caso lo es aún más porque no se trata de comedias. En Nostromo Magazine hemos hablado con Enrique Gallud Jardiel, y este ha sido el resultado:
¿Cómo surgió la idea de este libro?
Ya he escrito algún libro parecido. En mis libros de humor me dedico principalmente a la parodia de temas culturales: de libros, de novelas, de teatro y también de cine. Lo que contiene este libro es una serie de parodias de 35 películas famosas que están contadas en clave de humor.
Entonces, ¿ya tienes algún libro sobre libros en clave de humor? ¿O te animarías a escribir un Librhitos?
Sí, la verdad es que tengo varios de ellos ya publicados. He escrito sobre novelas y obras de teatro. Por ejemplo, uno de los últimos, que se titula Parodias teatrales, es lo mismo. Tiene una estructura semejante a este libro del que estamos hablando. Es un libro donde se habla de piezas de teatro. En este caso, son hitos de la historia del cine, películas que han marcado una época, que han sido más o menos famosas e interesantes por una u otra razón.
¿Te definirías como un cinéfilo?
Yo creo que sí. No es una obsesión, pero veo muchísimo cine. Las películas que me gustan las veo muchas veces porque siempre acabo encontrándoles nuevas cosas. No diré que tenga un conocimiento muy amplio, no soy un experto de la materia, pero aficionado por supuesto que sí. Aparte de que también enseño en la universidad temas literarios relacionados con el cine.
Como en tus clases hablas de libros y cine, ¿qué relación crees que hay entre el cine y la literatura?
El cine básicamente es una forma literaria distinta, pero no deja de ser un género literario. Con el cine estás contando una historia solamente con unos recursos más amplios de los que tiene una novela. En una novela, la prosa te da la descripción de un lugar, lo tienes que hacer con frases. En el cine vas a prescindir de esa descripción de radar y vas a mostrar directamente el lugar donde se desarrolla la acción. Eso es lo que sucede: la novela narra, el teatro tiene diálogos y además tiene un aspecto visual, y el cine va un paso más allá. Con el cine tú puedes no únicamente mostrar exteriores o lugares que en el teatro no podrías, sino que además con la posición de la cámara puedes detallar y mostrar el rostro de este personaje, o solo sus ojos, o un plano largo con los diferentes encuadres y planos que el cine tiene, y así narras la historia de una u otra manera. Así que te da muchísima más amplitud para detallar lo que quieres que el espectador vea.
A través de esa amplitud de la que hablas, ¿es posible hacer una película sobre una obra literaria y que quede realmente bien?
Es un tema interesante este que planteas. Se ha hablado mucho de lo que en su época se llamó «teatro fotografiado». Y luego se ha hablado de la dificultad de llevar obras literarias al cine. Siempre está el tópico de que cuando coges una novela y haces una película, la película resulta peor porque no puedes contarlo todo en dos horas de duración. Una novela tiene muchísimas más cosas, pero con el cine puedes también mejorar muchas historias. Es cierto que hay películas que no han logrado estar al nivel de la novela, pero también es cierto lo contrario. Se han hecho grandes películas a partir de cuentos o historias más cortas. El viejo y el mar, por ejemplo, es una gran película basada en una novela corta que no es especialmente intensa. Incluso se han hecho, y ya es cuestión de gustos, grandes películas sobre novelas que no eran tan grandes. Para mí, la película Doctor Zhivago es grande y sin embargo la novela de Boris Pasternakno lo es tanto. Es muy difícil, son dos géneros distintos, así que siempre se van a perder cosas al pasar de uno a otro.
¿Con qué película de las que has escrito te lo has pasado mejor?
Escribiendo me lo paso bien con todas. Escribir humor es muy gratificante porque te da libertad. No tienes que estar sujeto al dato, puedes decir lo que quieras. Lo peor que te puede pasar al escribir es que lo que escribes no tenga gracia, pero tú te lo puedes pasar muy bien con esa libertad. Hay películas que menciono que veo muchas veces porque me encantan. El crepúsculo de los dioses es una de ellas, o La naranja mecánica o Siete novias para siete hermanos. Son películas con las que se puede disfrutar. Luego, el hecho de escribir sobre ellas es distinto porque quizás lo pasas mejor con la sátira y la parodia de una película que no es de tus preferidas. No todas las películas que he incluido aquí son de las que más me gustan. Por ejemplo, Moby Dick no es una película que me entusiasme, pero escribir sobre ese tema sí me ha resultado muy gratificante porque sí he encontrado muchos puntos cómicos, muchas sugerencias… Me ha sido entretenido sacarle punta a los fallos de argumento y los aspectos grotescos.
Hablar de humor en literatura, y aún más en el cine, en mi opinión, está infravalorado y se considera un género menor.
Indudablemente, y es una pena. Los que trabajamos el humor lo sabemos. El humor no tiene el respaldo que tiene lo dramático. El humor no gana premios. Puedes ser un gran actor cómico y no te lo van a reconocer, no te van a dar un Oscar como no hagas una película dramática. Existe la noción errónea de que hacer humor es fácil porque hay un humor fácil. Cuando la gente se toma una cerveza con los amigos puede gastar una broma; parece que hacerlo está al alcance de todo el mundo, pero no es así. Hacer humor elegante, sin insultar ni reírse de nadie, sin caer en el chiste de los de aquí son así los de allá son de esta manera es difícil, requiere una técnica. El drama, por el contrario, es más sencillo, puesto que si cuentas un argumento dramático, el lector o espectador habrá sufrido algo parecido en su vida. Todos hemos tenido una enfermedad, un desengaño amoroso, un amigo que nos ha traicionado, hemos sufrido la muerte de un ser querido… Cuando te cuentan algo así, empatizas. Con el humor no sucede, es distanciamiento. Tienes que ver las cosas desde lejos para reírte de ellas.
¿Escribir de películas en forma de verso, simulando escenas o mezclando géneros te sale de forma natural o te ha sido difícil?
Me sale de forma natural. Si yo pienso «voy a escribir sobre tal película», inmediatamente veo la posibilidad. «Esto es mejor contarlo al estilo clásico o es mejor coger esta escena y transcribirla en forma teatral o en forma de verso». Enseguida los temas te piden ellos mismos que los enfoques de una manera u otra. Lo que escribo podrá ser muy malo, lo puedo aceptar, pero no me es laborioso hacerlo. Me sale con espontaneidad.
La mayoría de las películas de las que hablas tienen más de cincuenta años. ¿Es porque el cine antiguo o clásico da más juego para el humor o por otra razón?
He buscado obras que hayan sido importantes y he buscado una variedad de temas: que no hubiera películas del mismo género, del mismo director… Algún director se repite, como Kubrick, pero he procurado dar un poco de variedad. No creo que el cine antiguo sea más susceptible a reírse de él o a hacer parodia, en absoluto. Si viéramos películas modernas, podríamos encontrar también igual número de fallos. He intentado buscar argumentos originales. No sé si entre las películas que se han hecho en los últimos diez años quedarán demasiados clásicos para la historia. Las cosas hay que verlas con perspectiva. La serie Juego de tronos tiene cosas magníficas y es un hito en la historia de la televisión. Tiene también muchas posibilidades cómicas y quizás algún día me dedique a ello.
En lugar de un libro sobre películas sería un libro sobre series en clave de humor.
Sí, sobre las series de televisión. No había pensado en ello, pero a poco que piense, pues Bonanza o Star Trek, por hablar de series históricas, tienen muchísimas posibilidades cómicas, y las series actuales ni que decir tiene.
El narrador dice que algunas de estas películas, como El séptimo sello, ya no las ve nadie. Yo la vi hace poco en Filmin. ¿Crees que deberían seguir viéndose?
Hay muchas películas antiguas que pueden estar muy bien olvidadas, pero hay otras que merece la pena ver. Ya te digo, enseño literatura y cine y por lo que veo de mis estudiantes, de chicos jóvenes, tienen un poco de desdén, por decirlo así, por todo aquello que les parece antiguo. Una película como El séptimo sello me parece imprescindible verla una vez en la vida. Luego, si no te gusta, no la vuelvas a ver, pero hay que conocerla. Ellos no la van a ver porque van a pensar que una película en blanco y negro no tiene nada que aportarles. Es triste que esas cosas sucedan. Una vez, hablando de una película de los años ochenta, un alumno dijo: «Yo ni había nacido entonces». Yo le respondí que tampoco había nacido cuando se construyó la Torre Eiffel, pero si voy a París me gusta verla.
¿De todas las cosas de la vida se puede sacar un lado divertido?
De todo, aunque hoy en día tenemos este prejuicio de que hay que tener mucho cuidado porque hay cosas de las que uno no debe reírse. Esto no significa que no tengamos respeto por las cosas respetables, pero las cosas hay que respetarlas en el trato y en nuestra actitud hacia ellas, no en las cosas que decimos sobre ellas. Las palabras tienen otro olor. Si nos ponemos trabas y nos ponemos a decir que no nos podemos reír de la muerte porque es muy triste, no nos podemos reír de los enfermos, de la gente que sufre… al final no puedes reírte de nada. Yo lo hago con toda conciencia. Primero me río de mí mismo. Siempre me incluyo de alguna manera y digo: «Este majadero de Gallud Jardiel ha cometido este error o el otro», y cuando me he puesto a mí mismo como chupa de dómine, a partir de ahí puedo también reírme un poco de los demás. Tenemos que aprender a reírnos de nosotros mismos.
Hay pueblos que lo tienen, y otros que no. Con todo mi amor por España, los sajones tienen esa capacidad de reírse de sí mismos y de sus instituciones; España, no. Cuando criticamos lo nuestro, lo hacemos con mala idea para atacar y cuando lo hacemos con humor muchas veces sienta mal. Si cuentas un chiste de una señora que va al médico, se enfadan los médicos y se enfadan las señoras porque parece que te estás riendo de ellos como categoría, y no es así.
¿Llevarías al cine algún libro que hayas leído o alguno de los que has escrito?
Mis libros de humor no pueden llevarse al cine por imposibilidades. Tendría que ser en películas de animación porque tienen cosas muy exageradas y disparatadas. En cuanto a otras obras literarias, te diría una de las novelas de mi abuelo, La tournée de Dios, que sería muy difícil de rodar y harían falta muchísimos efectos especiales. Pero sería realmente un bombazo. Es una novela donde Dios viene a la Tierra, aparecen muchos países, se destruye la Torre de Pisa, hay cataclismos… Sería interesantísima esa novela.
Por último, háblanos sobre libros que te hayan gustado o marcado en tu vida
La literatura es una cosa muy subjetiva. Cada uno tiene que encontrar aquello a lo que es más afín, lo que le interesa. Si me preguntas por mis gustos personales, en el terreno de la novela, Los hermanos Karamázov, de Dostoyevski, me parece una obra sublime. No quieres que se acabe, están todas las pasiones humanas, todos los argumentos posibles. Sería una de las obras que yo recomendaría encarecidamente. Hay otros autores que escriben excelentemente como Stefan Zweig. Soy un enamorado de Lope de Vega; me parece un genio y un precursor en gran cantidad de temas. Prácticamente no hay tema que se me ocurra sobre el que no haya una comedia suya. En cuanto al manejo de la palabra, soy muy preciosista. Me gustan mucho Góngora y Rubén Darío. La literatura es inacabable. Son un montón de amigos, la mayor parte de ellos lamentablemente muertos, que están ahí a tu disposición. Siempre que quieres, los llamas y vienen. No tienes que hacerles regalos por sus cumpleaños ni tener formalidades con ellos, sino que están ahí cuando los necesitas. Nunca te fallan. Acceder a la literatura es una maravilla, lo mismo con el cine. Pena me da la gente a la que no le interesa y que piensa que los libros son aburridos, pues se pierde un montón de cosas que le harían disfrutar durante muchísimas horas de su vida.