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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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Un museo autonómico que estaba haciendo mucha falta

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(Reportaje periodístico de esos que ya no se hacen porque no los lee nadie)

 

Se ha creado (aunque por ahora sólo sea un proyecto sobre papel) el Museo de la Miscelánea Aragonesa (y a ver dónde se pone, que ésa es otra). Se trata de una idea que ha tenido algún lumbrera del gobierno autonómico que no sabe en qué gastarse los cuartos de los contribuyentes, pero que aun así parece más interesante que esos museos antropológicos de toda la vida, llenos de trozos rotos de ollas de barro que datan del Neolítico o por ahí.

Será un espacio lúdico-rememorativo (ahora se dice así en la jerga museil) que albergará objetos curiosos relacionados con hijos famosos de Aragón. (Porque son aquellos objetos que los museos normales se niegan a exhibir, bien por ridículos o por pringosos).

No se sabe aún dónde se ubicará —varias localidades aragonesas se pelean porque no les toque a ellas—, pero sí se conocen los objetos-estrella que podrán ver todos aquellos visitantes interesados en adquirir algo de cultura y que paguen 18 euros para que les dejen ver su propio patrimonio.

Mencionaremos aquí algunas de las curiosidades que podrán admirarse con la boca abierta cuando estén expuestas y de las que, por ser parte de la historia de Aragón, más vale que todos los aragoneses estén orgullosos. Tales objetos son:

—Un ejemplar (muy usado) del famoso libro de Thomas de Quincey El asesinato considerado como una de las Bellas Artes, que perteneció en su día a Mariano Gavín Suñén, el «Cucaracha», famoso y sanguinario bandido de la comarca de los Monegros, que sabía combinar instinto, codicia y erudición.

—Una desmesurada colección de fotos cursis y tópicas, realizada por el Premio Nobel don Santiago Ramón y Cajal, que tenía esa afición. Suelen mostrar flores y niños de pecho (por lo que resulta de mal gusto decir lo repugnantes que son).

—Una colección de boinas del gran actor Paco Martínez Soria. Están numeradas y etiquetadas, con lo que puede saberse en qué comedia o película se usó tal o cual boina específica.

—Una bigotera y una navaja de afeita mellada, perteneciente a José de Palafox y con la cual el famoso general por poco se desuella.

—Una caricatura obscena de Calvino dibujada por Miguel Servet, donde el ginebrino hace cosas sumamente feas que nos resistimos a describir, por respeto a nuestros lectores. Apuntaremos que si Calvino la vio, no nos extraña que mandase quemar a Servet en la hoguera.

—Un par de calcetines de San José de Calasanz, santo y pedagogo (en ese orden). El objeto tiene el valor añadido de su rareza, pues es sabido que el fundador de las Escuelas Pías iba siempre descalzo.

—Una colección de gomas de borrar, provenientes de todos los países del mundo, que la filóloga María Moliner donó en su día, porque ninguna borraba bien.

—Diez mil cartas de aquel gran político, jurista, economista, historiador y más cosas que fue Joaquín Costa, incluidas varias en las que le pedía dinero a un amigo suyo.

—Un paraguas de color pardo que el rey don Jaime I el Conquistador usó con frecuencia hasta que se le abrió por la tela.

—Un tubo de óleo color siena tostada que la cupletista Raquel Meller se llevó de recuerdo del estudio de Sorolla, sin que éste se diera cuenta, una vez que le estuvo haciendo un retrato.

—Un trozo de piedra que el novelista Ramón J. Sender arrancó de la estatua de El ángel caído, del madrileño parque de El Retiro, durante los tres meses que durmió allí al raso por no poder volver a la pensión donde solía vivir, ya que la patrona ya no le fiaba.

—Un libro en griego de chistes verdes, escrito por Aristóteles, que el filósofo Avempace comenzó a traducir al árabe, pero que no acabó porque los chascarrillos no le hacían demasiada gracia y porque pensó que el libro no se vendería ni a la de tres.

—Una carta manuscrita del rey Boabdil de Granada a su madre que Pedro Laín Entralgo, Presidente de la Real Academia Española de la Lengua, distrajo cuidadosamente de los fondos a su cargo y se llevó a su casa como recuerdo. En la carta, el Rey Chico se quejaba de lo mucho que le incordiaban sus varias esposas.

—Diversos objetos de atrezzoteatral, donados por el tenor Miguel Fleta, que los cogió en la guardarropía de la Scala de Milán. Entre ellos se cuenta un pollo disecado, una colección de billetes de lotería, un jarrón de Sèvres de imitación, seis bastones, un sombrero con escarapela de capitán general y un cencerro.

—Un ancla de seis metros de alto por tres y medio de ancho que el marino y militar Roger de Lauria, heroico defensor de las posesiones aragonesas en Sicilia, tomó del último barco a su mando e hizo llevar a su casa, para venderla luego al peso.

No nos cabe duda de que el museo estará dotado de medidas de seguridad de alta tecnología y última generación para impedir que nadie intente sustraer objetos tan codiciables.


 


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