Quantcast
Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
Viewing all articles
Browse latest Browse all 4316

El arte de triunfar en las letras

$
0
0

 


 

Cuento con moraleja al final, que es donde suelen ir las moralejas

 

Federico Santos, un amigo mío de la infancia, empezó a ganar premios literarios a los trece años. Luego se paró en seco y no volvió a ganar nada más.

          En realidad, lo que ganó fue un segundo premio en un concurso literario de una Casa de Cultura local de un pueblo infecto donde vivía a la sazón. Pero el ejemplo es ilustrativo para muchos, así es que lo contaremos.

El asunto fue que hizo trampa. No mucha, pero trampa. Verán:

          Por ser un lugar pequeño allí se conocía todo el mundo. Así es que a nuestro protagonista no le fue difícil averiguar quiénes iban a ser los miembros del jurado de aquel concurso. Sabido esto, indagó sus preferencias galardonosas y resultó que les gustaba la literatura apesadumbrante y los sollozamientos. Decidió entonces basar su fama en lágrimas ajenas.

          Dispuesto a triunfar y a llevarse el lote de libros en los que consistía el premio (de Enid Blyton, creo), pergeñó un cuento ad hoc con los elementos que supuso que le conducirían derechito al éxito. El protagonista de la historia de Federico era un niño aquejado de poliomielitis, pobre y huérfano por más señas, que no podía jugar con sus compañeros de hospicio y de quien todos se burlaban todos los días y tiraban al suelo con inusitada frecuencia.

          Según el relato, se acercaba el seis de enero y el (repelente) niño aquel quería pedir a los Reyes Magos que le curaran para ser un niño normal y poder jugar y corretear feliz. Pero entonces sus malvados compañeros le revelaban que los Reyes eran una trola de los mayores y el niño lloraba un horror.

          Aun así se quedaba esperándoles a la intemperie durante toda la noche del día cinco, aterido de frío a causa de la nieve (sí, había nieve). Creo recordar que en el cuento de Federico el niño aquel no tenía zapatos e iba descalzo.

          No recuerdo si al final los Reyes llegaban o no, pero la historia era suculenta y cumplía sobradamente su propósito de hacer llorar. Claro, que era un relato muy malo, pero el jurado aquel no estaba capacitado para apreciar ese matiz. La historia era triste y eso tenía que bastar.

          Federico estaba seguro del triunfo. Pero ¡cuál no fue su sorpresa al enterarse de que solo había conseguido el segundo galardón con su estratagema!

          El primer premio se lo dieron a otro niño que había escrito un poema malísimo sobre su madre, muerta recientemente. Estaba redactado en primera persona (a ratos) y el chaval lloraba amargamente sobre su tumba y recordaba cuando su progenitora le tenía en brazos y le acunaba tiernamente. La impresión que sintió Federico fue tremenda. Creía tener un póquer de ases y le habían sacado una escalera de color.

          La moraleja de todo lo acaecido a Federico es la siguiente:

Nunca tengas remordimientos por nada que hagas en este mundo, por más tramposo que seas, porque siempre habrá otros mucho más tramposos que tú.

 

 

 


Viewing all articles
Browse latest Browse all 4316

Trending Articles