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Channel: HUMORADAS de Enrique Gallud Jardiel
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Cómo escribir epitafios sin conocer al muerto

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Mi invento del epitafio polivalente me va a acarrear fama imperecedera, porque ser escritor de epitafios es una profesión con muy poca competencia. A todo el mundo le gusta un bonito verso sobre las lápidas bajo las que descansan de ellos sus seres queridos.

          El sistema que yo empleo y que les aconsejo, queridos lectores, consiste en el empleo de un verso standard, con variaciones substituibles, según la idiosincrasia del finado. Véase:

         

¡Oh, Muerte,

          que con tu guadaña fuerte

          al hombre dejas inerte!

          ¡Oh, Parca,

          que al mendigo y al monarca

          les haces cruzar la charca!*

          Ignacio

          hacia el celestial palacio

          se nos marchó muy despacio.

          Por eso,

          en un doloroso acceso,

          hago este verso ex-profeso.

 

          (* Me refiero a la laguna Estigia, claro. ¡Ay, qué tiempos éstos, en los que hay que explicar todos los puntos culturales!)

          Ésta es la matriz. Ahora, para distintos clientes, sólo hay que sustituir los versos en negrilla, por el adecuado al nombre del muerto. Se pueden hacer alusiones al carácter del finado. Por ejemplo:

 

          Felisa

          estaba muerta de risa

          siempre que no estaba en misa.

 

          David

          era de Valladolid

          y socio del Real Madrid.

         

O bien se pueden describir las circunstancias de la muerte, que es lo más recomendable:

          Benito

          debido a un cortocircuito

          se quedó quemado y frito.

 

          Arturo

          para salir de un apuro

          se pasó con el bromuro.

 

          Alberto

          se quiso hacer un injerto

          con un doctor inexperto.

 

          Gerardo,

          que era valiente y gallardo,

          murió presa de un leopardo.

 

          Vicente

          falleció instantáneamente

          en un trágico accidente.

 

          Alejo

          no tuvo un fin muy complejo:

          murió porque estaba viejo.

 

          Felipe

          finiquitó de una gripe

          sin que nadie se lo explique.

 

          Francisco

          murió de comer marisco

          con el hígado hecho cisco.

                   

Etcétera.

                   

 


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