Plagio descarado del que esperamos que el famoso cocinero no se dé cuenta y podamos evitar la demanda
El simpático cocinero Karlos Arguiñano —célebre por llevar a los hogares de habla hispana tanto guisos tradicionales como chistes del Paleolítico Superior— realiza espacios televisivos desde 1991. A razón de dos recetas por programa, calculamos que ha elaborado ante las cámaras la friolera de 18.000 platos diferentes y sabrosísimos, por más que todos adornados con el mismo perejil. Si a éstos les añadimos todos los guisos que se le quemaron y cuya realización no se emitió, sale un verdadero montón de comida variopinta. Así es que la experiencia no se le puede negar a hombre, por muy incrédulo que uno sea.
Este chef —que cosecha éxitos de audiencia y cosecha también hortalizas en el huerto de su casa— ha sido tan amable como para publicar una ingente pila de libros de gastronomía, de los que nosotros —con la caradura que nos caracteriza— hemos plagiado un puñado de consejos que harán las delicias de esas amas de casa que desean aprender nuevos trucos culinarios para que sus guisos sean palpablemente superiores a los de sus amigas íntimas (las mujeres son así; lo siento en el alma si suena machista, pero es un hecho demostrado).
He aquí, por fin (después de esta introducción, que ya está resultando muy pesada), los sabios consejos de un experto en la manipulación de cosas comestibles:
Trucos culinarios facilitos
Para que se no se te ennegrezcan los aguacates nada más pelarlos, ve a casa de un vecino y pídele que te los guarde en la nevera. Así se le ennegrecerán a él y tú no tendrás ninguna culpa.
Para aliñar ensaladas y a falta de vinagre, el aguarrás del que venden en las tiendas de los chinos, rebajado con agua, da excelentes resultados.
Si quieres ahorrar tiempo en la preparación del pulpo con arroz, compra el pulpo congelado en lugar de pescarlo tú mismo.
La salsa mayonesa casera se corta si la remueves en sentido inverso a las
manecillas del reloj. Si tu reloj es digital, tienes un problema.
Para dar un toque personal a tu repostería puedes servir los profiteroles rellenos de tomate frito.
Una vez cocidas, las hojas de col pierden su bonito y vistoso color verde. Esto se resuelve ofreciendo a tus invitados gafas de las empleadas en los cines donde se proyectaban películas en 3D y pidiéndoles que coman cerrando el ojo que corresponde al color rojo.
Al rato de exprimido, el zumo de naranja pierde sus propiedades. Para evitar tomar zumo sin propiedades, tira el zumo al fregadero y bébete en su lugar un vaso de leche.
Para que no se formen grumos en el Cola-Cao puedes intentar rezarle a San Pancracio, pues no hay otro medio conocido.
Para saber si las patatas están cocidas y en su punto, puedes preguntarle a un cocinero o a uno que entienda del tema.
La solución para cuando se te quema la bechamel es decir que es otra salsa distinta y pronunciar un camelo, preferiblemente en francés. Tus invitados, que serán unos esnobs con toda probabilidad, se tragarán el engrudo sin rechistar y hasta elogiarán tu habilidad culinaria.
Puedes hacer un cóctel de marisco empleando repollo en lugar de marisco. Sabrá distinto; pero en cambio, te saldrá mucho más barato.
Si quieres que el pescado al horno te quede jugoso, rodéalo de cebolla cortada en juliana tras haberle inyectado vaselina.
Para dar color a tus guisos puedes emplear azafrán; pero como éste escasea, te sugerimos que eches en la salsa el cartucho de relleno de un marcador amarillo fosforescente de los de subrayar.
Para hacer un huevo duro, pídele a una gallina que te regale un huevo o cómpraselo si no hay otro remedio. Déjalo en un rincón de tu alacena durante siete u ocho años. Tendrás un huevo duro como una piedra.
Para picar pimientos sin cansarte, encárgaselo a una empresa de ésas que hay y que se dedican a picarles cosas a las amas de casa vagas. Encontrarás muchas en las Páginas Amarillas.
Si quieres que tus albóndigas de toda la vida parezcan un plato de nueva cocina vasca, dales forma poliédrica y sirve solamente una a cada comensal.
Para hacer una ensalada de espárragos, procura comprarlos todos juntos, porque, si los compras de uno en uno, tendrás que hacer bastantes viajes al mercado.
Para ahorrar tiempo, en vez de preparar una salsa de tomate casera, cómprala hecha o, mejor aún, telefonea a tus invitados y diles que cancelas la invitación porque has tenido un problema. Ahorrarás mucho tiempo, te lo aseguro.